Crónica de la excursión parroquial a Fátima

Un grupo de peregrinos de nuestra Parroquia hemos participado del 16 al 18 de junio de 2017 en la ya tradicional Peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Fátima, en Portugal, en el año en el que se conmemoraba el Centenario de las Apariciones, y a un mes de la visita del Santo Padre Francisco y la Canonización de Francisco y Lucía Marto. El viernes, a las 5 de la mañana, salíamos con idea de llegar a la hora del almuerzo a nuestro destino. De camino, el rezo de los Laudes y del Ángelus nos recordaba que éramos peregrinos, no turistas. Y, emocionados, al llegar a Fátima, el monumento a los tres pastorcitos nos daba la bienvenida

Esa tarde visitábamos la Exposición “Fátima Luz y Paz”, en la que podíamos contemplar la corona de la Virgen, regalada por las mujeres de Portugal, con la bala que hirió al Papa San Juan Pablo II así como diversas donaciones de todas partes del mundo. A continuación, la Misa en la Capelinha, presidida por nuestro párroco, y con los cantos de nuestro coro. A los pies de la Virgen, cuyo pilar está en el mismo sitio en el que se aparecía a los tres niños, sobre una pequeña encina. La homilía no dejaba indiferente a nadie: Fidelidad, abandono en Dios, humildad y sencillez de corazón, María. A su término, de rodillas, con los labios y el corazón, proclamamos la oración jubilar de consagración a la Virgen:

¡Salve, Madre del Señor,
¡Virgen María, Reina del Rosario de Fátima!
Bendita entre todas las mujeres,
eres la imagen de la Iglesia vestida de la luz pascual,
eres la honra de nuestro pueblo,
eres el triunfo sobre la marca del mal.
Profecía del Amor misericordioso del Padre,
Maestra del Anuncio de la Buena Nueva del Hijo,
Señal del  Fuego ardiente del Espíritu Santo,
enséñanos, en este valle de alegrías y dolores,
las verdades eternas que el Padre revela a los pequeños.
Muéstranos la fuerza de tu manto protector.
En tu Inmaculado Corazón,
sé el refugio de los pecadores
y el camino que conduce hacia Dios.
Unido/a a mis hermanos,
En la Fe, la Esperanza y el Amor, a ti me entrego.
Unido/a a mis hermanos, por ti, a Dios me consagro,
oh Virgen del Rosario de Fátima.
Y, en fin, envuelto/a en la Luz que de tus manos proviene,
daré gloria al Señor por los siglos de los siglos. Amén.

En la noche, después de la cena, el Santo Rosario, tan recomendado por la Señora a los Pastorcitos, y la Procesión con la imagen bendita de Nuestra Señora. Por primera vez entonábamos el hermoso Ave de Fátima:”el trece de mayo la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iria…Ave, ave, ave María….”. Toda la explanada resplandecía a la luz de las velas. Y en cada vela, una intención, una súplica, una angustia, una petición, una acción de gracias por un favor concedido

El sábado madrugábamos para realizar el ejercicio del Vía Crucis por el camino que seguían los pastores desde Aljustrel hasta Cova de Iría. Rezo de las estaciones ante las capillas regaladas por los exiliados católicos húngaros, cantos y silencios caminando entre los olivares. A los lados del camino, pequeñas lápidas con las palabras de los Pastores y de la Virgen. Los peregrinos nos turnábamos en las lecturas de las estaciones y portando la Cruz. Paso por los Valinhos, donde la Señora se apareció el 19 de agosto al no poder acudir los pastores a la encina, por estar retenidos. A su término, foto de grupo en el Calvario y visita al lugar de la primera y tercera aparición del Ángel de Portugal, enviado para preparar a los niños para las apariciones de la Virgen.

Después, bajada a la aldea de Aljustrel, y allí visita a las casas de los pastores, con la habitación donde murió Francisco, del pozo de Lucía, donde los niños ofrecían sus sencillos sacrificios y donde se apareció el Ángel por segunda vez, compra de artesanía popular y momento para tomar algo y hacer convivencia. Desde allí, visita a la Parroquia, donde está la Pila Bautismal y las partidas de bautismo de los tres pastores. Allí se bautizaron y allí recibió su Primera Comunión Lucía. También allí rezaba ante la imagen de Ntra. Sra. del Rosario y Francisco visitaba a “Jesús escondido”. Por la tarde, después de una sencilla comida a base de platos de la gastronomía portuguesa, y resistiendo a la ola de calor presente en toda la península ibérica, visita al Monasterio del Cristo, de Tomar, de origen templario, tal y como tan bien nos relataba de camino nuestro amigo Manolo Rey. Una verdadera joya.

A la vuelta, la Misa en la Capelinha, de nuevo a los pies de la Virgen. Y esa noche, todavía con un calor sofocante que doblaba incluso las velas, el rezo del Santo Rosario y la Procesión de velas por la explanada

El Domingo por la mañana era el momento para visitar, si no se había hecho ya, la Basílica antigua, donde están enterrados los tres pastorcillos, y la moderna, con la Iglesia de la Trinidad, la capilla de la Adoración del Santísimo y la Penitencial. Todo parte del itinerario jubilar: Rezo del Credo en el pórtico, simulando el arco que se colocó en un principio en el lugar de las apariciones, rezo de la oración por el Santo Padre ante la tumba de los Pastores, y oración por la paz en la Capilla del Santísimo. Y a las 11 la Misa Internacional, en la explanada, donde todas las lenguas se unen para alabar a Dios. Al termino, emocionada despedida a la Virgen con los pañuelos blancos agitados en el aire. De recuerdo, se entregaba a cada peregrino un pañuelo blanco conmemorativo del año jubilar. Y después de la comida, el regreso a Cádiz. Con nostalgia y con la ilusión de poder volver el año próximo. Dando gracias a la Virgen Santísima por tantos momentos vividos, en ambiente de fraternidad, oración y alegría.